Desvencijada de andar haciéndose la muy lozana. Con sus vetas reforzadas del alma en sentido contrario, la mesa todavía cree que logra un perfecto equilibrio de fuerzas. Su compensada madera se resiente no obstante, sin aviso de nada que ponga en ciernes la nobleza que esconde su apariencia. Que haga presentir el estrépito de que se partirá en dos como un corazón podrido al medio.
Mal dado el golpe a la letra y la palabra que se frustra y se hunde sin remedio cuando ya despuntaba su divino significado. A de Angustia, D de Dios. Adiós al alma queda trunca. La mesa y su amnesia, indiferente a los pretéritos preferidos y tildes del tiempo que la golpearon con furia, rompe y desgarra esa suerte de aserrín del final para morir así, astillada entre los caballetes, quebrantada por traqueteos de frases desatinos que también echan a fondo copa, vino y tallarines con tuco.
A de sangre.
ResponderEliminarE de estilete.
Festejo tu escritura.
y terminar como todo, en cenizas y con suerte en el rinoencéfalo de algún ciego memorioso que pueda rememorar el olor de la madera silenciosa
ResponderEliminar