viernes, 1 de julio de 2011
Cuesta desprenderse del vacío. Cuesta vencer la horrorosa sensación que sobreviene al asumir que nunca se podrá tomar distancia del vacío, llenarlo con otra cosa. No hay quien logre asimilar esa experiencia, aprender de ella antes de que aparezca un nuevo y desmemoriado vacío para suplir al anterior. Quienes ignoran porqué el corazón les late tan pero tan vacío, o el paladar les trae ese deseo exquisito de la vacuidad cada dos por tres -placer mórbido e instintivo que siempre insiste en volver- tampoco saben que se han hecho acreedores al vacío a perpetuidad, ya sea por derecho, ya sea por opción. Aunque la mayoría de las veces regresarán a él con la íntima y culposa certeza de que no hay nada, además de vacío, acechando en los fueyes de todo y cada bandoneón.
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Tristemente cierto. Muy profundo, Gracias por compartir. Saludos.
ResponderEliminarHasta el vacío tiene su lado bello.
ResponderEliminarvacio o lleno, todo o nada, siempre depende desde donde miras, si desde todo o desde nada, creo?
ResponderEliminarNada puede hacerse para impedirlo...la sensación de vacio es un complemento inexorable de la tristeza...Ante el irreparable vacio, ante infinita penumbra, baila en secreto la muerte ¡danza como loca! y nadie puede detenerla.
ResponderEliminarla belleza del vacío es su vacuidad, está para no ser llenado, para ser, y soportarlo. lindísimo tu texto!
ResponderEliminarEl vacío es como el silencio para la música, como el espacio en blanco para la poesía.
ResponderEliminarpor aka...es algo normal federico ... tus palabras no son agenas a las realidades de algun@s que lo dieron todo si pedir nada y al final con la nada se quedaron
ResponderEliminarMe conmovió...
ResponderEliminarTodo vacío puede ser ocupado durante lapsos más o menos cortos/largos de tiempo, a mi humilde entender, una de las ventajas a señalar. Me gusta sentir que hay espacios libres y posibilidades de ocuparlos. Todos adolecemos de sentimientos que nos proyectan al vacío, se trata de reamoblar sensaciones. Bueno lo del blog Federico!
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