Diecisiete moscas sacras, en revuelo, han tomado la habitación. Enmoscada súbita, planificada al detalle por Dios en cretino panteísmo. Ahora dominan la astronomía de este espacio y estallan en murmullos multiplicados; insisten en catequizarme entre succiones y veloces oraciones inconexas de ala tierna. Montadas en incesantes cópulas, las unas en las otras, arcángeles zumbadoras de miles de ojos rojos revoloteando en mi falta de fe.
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